por Dr. Jaime Lozano Alcázar

Los formidables avances que han tenido en las últimas décadas el diagnóstico y terapéutica médica y quirúrgica en nuestra especialidad no hubieran podido llevarse a cabo sin las bases que se fueron forjando desde la más remota antigüedad, muchas veces por el conocimiento empírico, que hoy suele ser menospreciado.

La investigación de manera más formal se inició en la segunda mitad del siglo XIX. Veremos ahora algunas de las contribuciones más destacadas, con la intención no solo de recordar como anécdota histórica a los investigadores y sus aportaciones, sino más bien para que de alguna manera sirvan de estímulo a los investigadores de la actualidad. Cada médico, al menos en potencia, es un investigador.

Uno de ellos, el gran Louis Pasteur (1822-1895), biólogo, microbiólogo y químico francés, reconocido por la vacunación, especialmente de la rabia y el ántrax, la esterilización de la leche y la cerveza por medio de la pasteurización, y por múltiples investigaciones sobre microbiología: su relación con enfermedades y su aplicación en la medicina clínica. Es conocido que puso fin a la teoría de la generación espontánea, hasta ese momento tan aceptada. En relación directa con nuestra especialidad descubrió la Pasteurella septica, causante de septicemia hemorrágica en las aves y que eventualmente puede causar conjuntivitis por contagio a los granjeros.

La otra gran figura es Joseph Lister (1827-1912), el cirujano inglés que aplicó a la cirugía los descubrimientos de Pasteur. Insistió en una cirugía estéril mediante la asepsia y antisepsia, e introdujo la esterilización del instrumental y del sitio de la herida quirúrgica por medio del ácido carbólico (fenol). Propuso que los mangos de los instrumentos quirúrgicos no fueran de material poroso. Pugnó también por el lavado de manos de los cirujanos antes y después de la intervención quirúrgica, como ya antes habían postulado Ignaz Semmelweis (1818-1865) en Suiza y Oliver Wendell Holmes (1809-1894) en EE.UU. En cuanto a la oftalmología, Lister investigó la musculatura del iris. Su principal auxiliar en las investigaciones fue su esposa Agnes.

Friedrich Wilhelm Ernst Albrecht von Gräfe (1828-1870), como se puede ver, von Gräfe murió muy joven, con apenas 42 años, de tuberculosis pulmonar, pero dejó una huella memorable. Se le considera el más importante oftalmólogo del siglo XIX. Introdujo la iridectomía para el manejo del glaucoma; identificó la asincronía del abatimiento del párpado superior a la infraversión en los pacientes con orbitopatía tiroidea.

En 1855 fundó la revista Archiv für Ophthalmologie, que aún persiste, y en 1863, la Deutsche Ophthalmologische Gesellschaft. Diseñó el famoso cuchillete con su nombre, que aún se usaba en cirugía de catarata a mediados del siglo pasado. Su principal cualidad era aplicar asertivamente las aportaciones de otros, en particular el oftalmoscopio de Helmholtz.

Así, fue el pionero en describir, interpretar y dibujar el fondo de ojo y sus alteraciones; describió la asociación de retinosis pigmentaria y sordera en el síndrome de Usher, el papiledema en cuatro pacientes con tumor cerebral- Inició la exploración de tumores oculares mediante la transiluminación, y también impulsó el uso del tonómetro.

Manuel Uribe y Troncoso (1867-1959), nacido en Toluca, Estado de México. Fue médico del Hospital de la Luz. En 1893 fue firmante del acta constitutiva de la Sociedad Oftalmológica, hoy la Sociedad Mexicana de Oftalmología, la primera de médicos especialistas en América Latina, y fundó, en 1898, los Anales de Oftalmología, la actual Revista Mexicana de Oftalmología, la publicación más antigua de la especialidad en español.

Fue catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de México hasta 1916, cuando por razones políticas se autoexilió, radicándose en Nueva York. Ese mismo año se le nombró Profesor de Oftalmología en la New York Graduate Medical School and Hospital (en 1926 profesor titular) y fue fundador de la Sociedad Médica Hispano-Americana.

Fue miembro de la Academia de Medicina de Nueva York, de la Sociedad Oftalmológica de Francia, del Laboratorio del Instituto Oftalmológico de la Universidad de Columbia, de la Sociedad Oftalmológica de Bélgica, miembro honorario de la Sociedad de Oftalmología Hispano-Americana de Madrid, redactor del American Journal of Ophthalmology.

Todas estas distinciones y más se debieron a sus eficaces investigaciones en el campo de la Oftalmología, se le considera el padre de la gonioscopia clínica, destacan entre otras la creación de un gonioscopio monocular autoiluminado, un microscopio corneal binocular, un modelo de ojo para demostración de ametropías. Escribió más de 170 artículos científicos y los libros Internal Diseases of the Eye y Atlas of Gonioscopy. Es el oftalmólogo mexicano más reconocido a nivel internacional.

Jules Gonin (1870-1935), oftalmólogo suizo. En los inicios del siglo XX, tras una intensa y productiva investigación sobre la fisiopatogenia del desprendimiento de retina y el significado de los desgarros, ideó la ignipuntura, el primer método eficaz para resolver el desprendimiento de retina al cauterizar el tejido para crear un foco inflamatorio cuya cicatrización causa la adherencia. Presentó su método en 1919 a la Sociedad Oftalmológica Suiza, pero pasaron varios años para que se le diera crédito, a lo que contribuyeron testimonios de Arruga, Amsler y Veil. Dado el alto riesgo de complicaciones, la técnica fue sustituida, años después, por la fotocoagulación.

 

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