por Dr. Jaime Lozano Alcázar

Si bien en el siglo XIX se llevó a cabo la consolidación de la cirugía de catarata en México y en el mundo, desde miles de años antes se practicaba esta especialidad. Se dice que entre los nahoas, los teixpati operaban la catarata (ixtepella) mediante la técnica de reclinación, abatimiento o cataratopiesis, tal como se hacía entonces en Europa y Asia. Algo similar ocurría con los tzinangaricuperi entre los purépechas, también llamados tarascos.1 Seguramente durante la época virreinal se practicaba la misma técnica por los llamados cirujanos romancistas.

La primera mención escrita de cirugía de catarata en la Nueva España data de 1803, cuando apareció en Gaceta Médica un anuncio de José Quiñones que decía: “Catarata, ¿quién la cura?”, y añadía que había operado 402 cataratas con éxito, admitiendo tener malos resultados en 29 casos. Parece ser que en las primeras décadas del siglo XIX, el primero en nuestro país en realizar una extracción extracapsular de catarata fue el doctor José Miguel Muñoz.

Este personaje quedó huérfano de pequeño, sobrevivió trabajando en diversas actividades, incluso como dependiente en una paragüería, sin embargo, llegó a ser un distinguido médico que se relacionó cercanamente con el doctor Francisco Javier Balmis, de tal manera que éste lo dejó en custodia de las cepas de vacuna que dejaba en México. Del doctor Muñoz cuenta Guillermo Prieto en Memorias de mis tiempos: “su prestigio hacía olvidar su mala educación, su mugre, sus ingratitudes y sus hábitos salvajes”.

En 1816, el doctor Muñoz envió al virrey una carta relatando su presentación ante la Real Escuela de Cirugía de una silla diseñada por él para extraer cataratas, que permitía atar al paciente (aún no había anestesia) y en el respaldo tenía un sistema para fijar la cabeza mediante una banda de gamuza en la que corría una lámina metálica que colocaba sobre el ojo a operar. Diseñó también lancetas para la paracentesis de la cámara anterior y un blefaróstato, entre otros instrumentos.

Desde el siglo XIX, la oftalmología mexicana se encontraba ya como una especialidad independiente, sólida, equiparable en su desarrollo y sus logros a la que se ejercía en Estados Unidos y Europa; su desarrollo académico se manifestaba por la creación de la Sociedad y la publicación de la revista de la especialidad, y se daba el reconocimiento en el extranjero a las capacidades y conocimientos de los mexicanos cultivadores de la oftalmología.

Incluso en el primer lustro del siglo XX se llevó a cabo una reunión nacional de la especialidad, equivalente a un congreso nacional. Como es natural, el desarrollo en la técnica de la cirugía de catarata corría al parejo con el desarrollo académico, era, y sigue siendo, del mismo nivel que la que se lleva a cabo en los países más avanzados.

 

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